Los Juegos
Pero los juegos eran bien divertidos, lindos mismo eran. Las cintas que llamamos, por ejemplo, era uno con caballos y jinetes, que corrían a toda carrera dando la vuelta a la iglesia para, con un palito en mano, coger unas argollas que estaban colgadas de unas cintas, en una soga templada en la plaza de la iglesia. El que cogía la argolla ganaba el premio que era donado por las madrinas, que eran escogidas antes del juego.
Jugaban artos jinetes me acuerdo, hace años… hasta unos cincuenta siquiera sabían jugar. Ahora ya nadie va a caballo, a lo mucho corriendo, a pie van…
De las escaramuzas yo ya ni me acuerdo, los viejos saben contar que se jugaba también, que era lindo de ver, dicen. Era también con jinetes, pero ellos no cogían argollitas, no, iban a las carreras haciendo figuras, dibujos en la plaza. Bastantes iban, con los mejores caballos dicen, disfrazados (los jinetes y los caballos) pero hace ya tanto que nadie juega, o al menos yo ni he visto en tantos años, que ni me acuerdo ya.
El gallo pitina también había y era el animal puestito en medio del “castillo” o “altar” que poníamos en la plaza, llenito de frutas, de pan, de carne y tantas cosas vaya, para agradecer pues a la iglesia por las cosechas y tanto beneficio recibido en el año.
Igual, el que quería, podía ir llevando el castillo, o al gallo, pero, así mismo, al otro año debía devolver el doble, para que no decaiga la fiesta, para que sea más grande, más mejor cada vez… en cambio, la “matanza del gallo” era otra cosa, según me acuerdo.
Verá, la “matanza” se juega en la fiesta del Señor de los Milagros, que se celebra en septiembre y le llamamos “la muerte del gallo” porque así era pues. No ve que, para empezar el juego, se enterraba al gallo en la plaza, con la cabecita así, saliendo del piso, libre, cosa que se pueda mover. Entonces, los participantes iban vendados los ojos y con un palo trataban de atinar al gallo, para matarle pues y el que le daba, al otro año debía donar dos gallos, para volver siempre a jugar.
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