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(resulta de la información obtenida tras el grupo focal realizado con los informantes de la parroquia; ha sido organizado alfabéticamente, para continuar la línea del Glosario. Podrá clarificar cualquier interrogante que el texto haya despertado en el lector).
Banda de música: estaba integrada por 12 músicos (cuando era completa); aunque también había “la media”, integrada por seis músicos. Algunos de los instrumentos que ejecutaban eran: el bombo, el redoblante, el violín y el saxo, entre otros. Habían dos bandas –en la comunidad- en tiempos pasados, según nuestros informantes.
Casas de adobe o bahareque: son bloques de barro seco y cocido con los que se construyen, por lo general, las casas en la comunidad. El bahareque utiliza así mismo el barro, pero además lleva un tejido o estructura de carrizo que es rellenado con dicho barro. La estructura se amarra con cabuya del penco. El techo, en ambos casos, era de paja. Las casas tenían de uno o dos pisos, aunque lo más común son las de un solo piso.
Chicha de jora: la bebida tradicional, a decir de los informantes, es la chicha de jora, que se prepara con maíz. El maíz, una vez seleccionado, se remoja durante cinco días para luego, y en hojas de achira, envolverlo durante otros doce días. Ahí “sale la jora”, dicen, o que ha brotado o está naciendo. Una vez “nacida la jora” se seca el grano (lo cual se puede guardar hasta un año). De ahí se muele (antes en piedra, ahora en molino) y, una vez molido, se cocina en agua, poniendo “madurativo” que es el hongo restante de la chicha preparada el año anterior. Se usaban las mismas ollas para cocinar la chicha porque en las mismas se quedaba “una como nata” que fermenta o madura la nueva preparación. Se colocaba tibia la nueva chicha en esa olla, que nunca se lava para que quede el “consho” o madurativo. La gente guardaba ese “consho” en “potos” (fuentes hechas de calabaza). La chicha se toma en toda fiesta y en mingas también.
El Pailón: es la unión de unas montañas, en cuyo centro está la laguna de Chobshi. Allí se bañaba el Cacique Duma y sus doncellas, dicen. También es un lugar lleno de misterios ya que, cuentan, en las fotografías que se toman en el lugar aparecen siempre luces inexplicables de varios tamaños.
El aire: es una enfermedad que se manifiesta con dolor de cabeza, bostezos, desmayos, nauseas… y daba porque el individuo afectado “coge” un mal viento cuando está débil. Por pasar por algún lado “que da aire”: quebradas, charcos de agua, etc.. Se cura humeando con tabaco al enfermo, además de hacerle apercibir ruda o poleo, que son plantas que se encuentran en el lugar.
El mishqui: es un alimento que se obtiene del penco, en el cual se hace un hueco para obtener la sabia o jugo, el cual es hervido. Al hueco se le tapa con una piedra, para que no se tomen los perros. Con este “jugo” se hace una colada también, con harina. Se tomaba el mishqui en el desayuno, o “para la sed en cualquier momento del día”, ya que se tenía siempre en la casa. Servía también para engordar a los puercos. El “misquiapi” era un preparado con harina de maíz, leche y trocitos de quesillo. La nata del siguiente día del mishqui con leche era considerada una golosina.
El “chuca” o “mal ojo”: esta enfermedad da cuando alguien le mira a otra persona con mucha intensidad. Los síntomas son parecidos a los del aire, pero más severos. Para curar este mal se pone saliva en el pupo del dolido, escupiéndole. El que ha “chucado” a un niño tiene que curarle él mismo, haciendo la señal de la cruz y escupiendo 3 veces en el ombligo de la criatura. El chuca en guaguas tiernos puede causar la muerte, según habitantes de la comunidad.
El Aillón: es una laguna grande y rica, ya que “ahí está el entierro de las cosas que hay. Está la riqueza”. Cuentan que varias personas (algunos extranjeros) han intentado sacar los tesoros, cavando en la laguna para secarla durante todo un día, pero, dicen, la laguna se volvía a llenar durante la noche, para que no se lleven nada. La laguna está encantada y no permite que nadie con malas intenciones o ambición se lleve sus tesoros. Además, se ven animales (gallinas, culebras, etc.) a los que uno se acerca y desaparecen. Cuentan también que hace años se calló un helicóptero en la laguna, de unos canadienses. Se debe pedir permiso para entrar a la laguna, porque de no hacerlo se nubla y todos se pierden, y llueve y crecen las aguas… no hay que ir con ambición del oro, porque si no, no se regresa, dicen.
Esteras de totora: tiempo atrás, recuerdan nuestros informantes, se hacían esteras y aventadores (sopladores) con la totora o totora de la laguna. Se corta la totora, que siempre retoña, se la seca y se teje tallando, en el piso, tendiendo las fibras y golpeándolas con una piedra, para que se aplane y suavice.
El duende: dicen que el duende silva en las noches, clarito, pero que no se parece a ningún pájaro. Cuando le contestan, recuerdan, igual contesta, pero eso que suena “no es una persona”, y no se le debe contestar porque él encanta, ya que “es parte del mal”. El duende pasa con una guitarra (duende y duenda, “porque sino cómo”) y, si alguno (duende) se enamora de un hombre o mujer, le anda persiguiendo, le encanta, le hechiza.
El fantasma: el fantasma es un “bultito” pequeño, blanco, que uno encuentra en la montaña, según dicen. Cuando se lo ve por segunda vez crece hasta llegar al cielos. Es una luz que aparece y desaparece, como una columna. Es común ver hasta la actualidad. No pasa nada con esto, es decir, no es ni bueno ni malo, aunque a veces asusta, dicen.
El gallo pitina: es un gallo atado en medio del altar o castillo, que está repleto de frutas, pan, carne, etc.; este altar se pone frente a la iglesia, en media plaza, como una forma de expresar su gratitud para con Dios, a través de la iglesia. Además, cualquier miembro de la comunidad podía tomar cuanto quisiera de dicho castillo, incluido el gallo, con la condición de que, el año siguiente, debía donar el doble de lo que lleva.
El cinco: es una celebración que se practica tras la muerte de alguien, y consiste en un baño que se hace la viuda o viudo, en el río. Le llaman “el cinco” porque antes se hacía este baño a los cinco días de la muerte del finado, aunque ahora se lo hace al siguiente día del entierro. Se lava, además, la ropa y pertenencias del difunto: “para que se vayan todos sus polvos”, dicen. Para el lavado la gente que acompaña va en procesión, con una cruz negra delante. El wairo se juega ahí, mientras se seca la ropa: mujeres a lavar: hombres a jugar el wairo. De ahí se da de comer a todos en la casa del deudo, lo cual pagan los dolientes. Cuando muere un infante o guagua se celebra una fiesta porque, dicen, el niño no conoció el pecado. Todos bailan y beben con alegría, la gente que visita llega con el “pinshi” (cosas para compartir: café, pan, tortillas, trago, etc.), para ayudar a la familia del muerto.
El matrimonio: antes los padres planificaban la pareja. A la pedida de mano iban el novio y sus papás, con regalos para la otra familia, un “canastón de cosas”: comida, animales, licor, etc..
El torneo de las cintas: en este juego participaban entre cuarenta a cincuenta personas, a caballo, los cuales eran hábiles jinetes. El juego consiste en dar la vuelta a la iglesia, cabalgando a velocidad para, una vez en la plaza, asestar –utilizando un palo delgado y pequeño- una argolla que pende de una soga templada en la plaza. En la actualidad se mantiene una variación del juego, ya que los participantes van a pie y no a caballo.
Fiesta de las almas o Chungana: en esta celebración se juega el “wuairo” toda la noche, que es un hueso (de cristiano, dicen). Es como un dado que se tira, tiene caras a un dado, con señales en cada superficie, con significado: números o bolitas, etc., se lanza sobre una tablita señalando con porotos el avance del jugador. Cuando alguien se para interrumpiendo el juego –que es largo-, entonces pierde y, como penitencia, tiene que hacer rezar el bando perdedor. Se juega en velorios o en la “lavada del cinco” o “cinco”.
La partera: ayudaba al parto, al nacimiento, así como durante el proceso de gestación. La partera sabía a través del pulso cuando alguien estaba embarazada. Hacía emplastos para la barriga de la mujer para antes y después del parto. Ella acompaña el proceso, pasaba el tiempo que sea necesario en la casa de la futura madre. La partera debía ser bien atendida, con buena comida. Cada tres meses le visitaba a la embarazada. El rato del parto, lo que dure (a veces hasta dos días, o más) se quedaba allí, hospedada. Luego del parto esta mujer dirigía el lavado del cinco y el del doce, que eran lavados al cuerpo de la madre con flores del cerro, que conocía la partera. Estas flores se utilizaban para bebidas y para el baño. La madre reposaba 40 días después de haber dado a luz, por orden de la partera, comiendo comida escogida: mote, habas, gallina (los primeros 12 días solo gallina), borrego, chivo y res. El “floreado”, que era trago almibarado, debía beberse, en pequeñas cantidades, durante los 40 días de reposo.
La ropa de bayeta: de la lana de borrego, que hilaban. Se trasquila al borrego, se lava la lana y se la hace secar. Se escarmena con las manos, se ponía en el uso y se “torcía” para hacer cobijas, ponchos, etc.
La minga: es una tradición que, dicen, se ha perdido. Le llamaban “cambiamanos” también, y consiste en un sistema comunitario de trabajo para, sobre todo, las actividades agrarias. En la minga el dueño de la casa en la que se trabaja está obligado a dar de comer y beber a cuanta gente asista para ayudarlo. Los visitantes, además, “wanglian” (ya que se ofrece más comida de lo que se puede comer), para ir llevando a la casa propia. Es decir, la comida se sirve con tal abundancia que alcanza para que los participantes lleven porciones a su propia casa. La comida que, por lo general, se ofrecía en la minga era: caldo de gallina “con buena presa” más una sopa de fréjol, para el almuerzo. Para la merienda: arroz con cuy o carne. Plato de mote pelado, amarillo, con carne de chancho más la sopa o plato de fréjol. Ahora las mingas son familiares, antes eran comunales.
La Virgen del Perpetuo Socorro: se celebra el 28 de junio de cada año y, a decir de nuestros informantes, antes se celebraba con misa, “banda de música”, el “torneo de las cintas” y la “escaramuza” (ésta, en particular, hace mucho tiempo), así como el “gallo pitina”. Las vísperas de la fiesta y celebración se realizaba una novena, rezando el rosario en la capilla en donde la gente cantaba (eso era la letanía, dicen) las oraciones. En la víspera se lleva a la imagen de la Virgen a la casa del prioste, siguiendo una procesión. Al día siguiente, de la misma manera, se hacía una procesión de regreso a la iglesia para la misa, retornando a la imagen de la Virgen, claro está. Después de la misa se hacía “el día”, o las celebraciones en sí: escaramuza, etc., las mismas que se realizaban en la plaza. Una vez concluidas estas actividades la comunidad se trasladaba a la casa del prioste. Habían madrinas nombradas por la comunidad, que donaban premios para las concursantes del “torneo de las cintas”.
Las escaramuzas: recuerdan los informantes que este juego se practicaba hace mucho tiempo, y que hoy ha desaparecido. Dicen, además, que el número de participantes era similar al del “torneo de las cintas”. Del juego en sí no recuerdan el cómo se hacía, sin embargo recuerdan que habían jinetes y caballos disfrazados, que se formaban en grupos, en la misma plaza, para dibujar figuras en el terreno de juego.
La matanza del gallo: en este juego un gallo es enterrado en la plaza, con la cabeza libre –para que tenga movimiento-, mientras que los participantes, con palo en mano y vendados los ojos, deben atinar un golpe seco en la cabeza del animal, para matarlo. De la misma manera que en el “gallo pitina”, quien se lleva al gallo muerto debe donar dos gallos el año que viene. Para que la fiesta crezca, dicen, para que no decaiga.
La caja ronca: es el mal, el diablo. Dicen que, cuando la gente anda en la montaña, a veces ve que pasa una caja como un ataúd en la noche y va cargando a los que estén ahí. Son espíritus malignos, dicen. Espíritus malos que andan en la noche, en la montaña. Dicen, así mismo, que en los cerros se oía a la “caja ronca” que hace una música sin origen, que no se puede ver de dónde sale.
Las voladoras: dicen de las voladoras que son brujas, que cruzaban volando de un cerro a otro (del Tasqui a Chobshi). Volaban y eran curanderas, iban al cerro, a lugares difíciles de acceder para conseguir plantas curativas: “iban a traer las plantas que son un encanto, pero como ellas son voladoras, traían”.
La viuda: la viuda es una mujer que aparece a los solitarios que caminan en las montañas. A esta mujer no se le ve la cara, aparece y atrae (encanta) a la gente para que le siga. Dicen que al comienzo les guía a las personas a través de caminos hermosos, pero que de repente estos caminos se vuelven barrancos o lugares de peligro, en donde la viuda arroja a las personas. Además, dicen, su rostro es solo hueso.
La huaca: la huaca es una mujer que flota a unos 15cm del suelo. Esta mujer les “encanta” a los hombres y les lleva a los montes para perderlos, o les da “mal aire” hasta que mueren. El “antimonio” (que es el aire de la huaca) puede causar la muerte. Además, dicen, la huaca va bien vestida, envuelta en una nube en la que se lleva a la gente para perderles.
Los gagones: los “gagones” son personas que conviven entre compadres, o “malvivientes”. Dicen que los gagones amanecen con señales de que han pecado entre ellos ya que, al dormir, les sale el espíritu que se va andando, en forma de “animalito”. Cuando alguien (que debe ser fuerte) quiere descubrir a los gagones debe señalarlos con algo, cuando son animales; ellos, al día siguiente, no se dan cuenta que llevan la señal (escapulario, manchas de carbón, etc.) y entonces la gente sabe quiénes son, y pueden aconsejarles para que cambien la vida.
Juego de las mishas: En la cosecha de maíz se juega las “mishas” hasta la vez, como dicen. Para el juego se prepara el “calchado” (la cosecha de maíz amontonada) y ahí la gente se pone a jugar, deshojando las mazorcas para encontrar una que tenga un solo grano de color azul o negro. El que gana es el que encuentra primero doce “mishas”. Dos granos de color seguidos significaba “doble misha”; así mismo, si salía una fila entera de color se acababa el juego. Los mingueros jugaban para animar el trabajo.
Mote pata: el mote pata es una especie de sopa, preparada con carne de chancho. Con carne rancia del chancho es mejor, recuerdan. Esta carne se obtiene de la cabeza del animal, a la cual se le “rancea” exponiéndola al humo del fogón. El chancho brindaba otros bienes, así, dicen que los ancestros-abuelo nunca compraban manteca, ya que mataban un chanco y guardaban esa manteca para el año entero. Además ponían la fritada en la manteca y tenían para comer a lo largo del año, porque no se dañaba. Ya cuando se empezaba a acabar mataban otro chancho, y de nuevo se servían para un año más.
Paja toquilla: el sombrero de paja toquilla es una tradición para los habitantes de Chobshi que lo usan y tejen hasta estos días. Cuentan que la materia prima (los “ochos”) se trae de Montecristi, Manabí, ya que hay personas que comercializan el producto todos los domingos. Todos en la comunidad saber tejer: hombres, mujeres y niños, aunque la práctica, para el hombre, se ha disminuido radicalmente en los últimos años.
Prioste: el prioste es la persona encargada de organizar las fiestas. Su cargo es voluntario y, quien quiera serlo, se ofrece un año antes de las festividades, para ser el próximo “pasador” de dichas fiestas. El cargo depende de la posibilidad económica del interesado ya que él hacía todo el gasto (comida y bebida para todos) que exigía la celebración. En ocasiones, un prioste lo es por varios años.
Producción agrícola: los principales productos que se dan en estas zonas son: maíz, fréjol, alverja, cebada, zambo, zapallo y chíos (que son una variedad de papas).
San Pedro y San Pablo: para la celebración en honor a estos Santos, la gente hacía “candelita” en las casas en nombre de los Santos. La misa se celebraba en el centro, pero en cada casa se prendía una candela el veintiocho y veintinueve de junio (un día por cada santo), mientras se consumía y brindaban humas y café. Para el juego se secaban –con anterioridad- ramas de eucalipto y se prendían para jugar intentando quemar a alguien, para que corra, y así… Se saltaba la llama y se jugaba mientras se recitaba: “San Pedro y San Pablo, abre las puertas del cielo, cierra las del infierno”; o: “San Pedro tuvo una chola, San Pablo le quitó”.
Siembra y cosecha: se siembra en noviembre, se prepara el terreno en octubre o cuando sea a lo largo del año. Se cosecha en junio-julio y agosto. Después de la siembra y deshierba viene la “segunda mano o aporcado”, en el cual se deshierba y se remueve la tierra. Después del “aporque” se hace el “raimado”, para quitar las hojas cuando está saliendo el “quique” (o fruto de la chacra), para que crezca más, dicen. Se trabaja la tierra con la yunta, la cual se amara con “cuyunda” (sogas hechas con piel de res) sujetando los cacho del ganado. Las bestias van en pareja, así: una que sepa y otra nueva, para que aprenda.
Vestimenta: la mujer, tradicionalmente, usa pollera de bayeta, rebozo de castilla (o de bayeta) y la “esclava”, para coger los rebozos, que eran una especie de agujas de plata, grandes. Y sombrero de paja. Los hombres vestían con “cotona” (como leva, con bolsillos) y pantalón de baeta o bayeta. Usaban además una como “chompita” y poncho de lana de borrego. Tanto hombres como mujeres usaban sombrero de paja toquilla, o de paño. “Shiros” les llamaban a los habitantes de la parroquia, por el pantalón negro y blanco, más camisa de lienzo. La “oshota”, como calzado, era de caucho.
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